viernes, abril 15, 2011


Inmerecida cárcel

Por
Rafael Rincón P.

La cárcel es muy buena para los otros, pero no para uno, se la merecen los demás, pero es innecesaria para uno. Cómo se deleitan algunos privilegiados pidiendo cárcel para quienes venden chance manual, para los mototaxistas, para quienes ocupan el espacio público o para quienes se roban un celular; pero, vaya escándalo si se le aplica a los corruptos, a los evasores de impuestos o a los amigos de la casa.

La cárcel está hecha para los que están por fuera del poder, los que están por dentro de él y delinquen reclamarán a los jueces la libertad como dispensa, quedarán eximidos de ir a prisión, usarán sus fueros para no ser tocados, podrán escoger entre La Picota o el Búnker de la Fiscalía General.

Dentro de la filosofía utilitarista la cárcel es para los trasgresores de la ley penal inmersos en conductas muy graves y que contienen un enorme daño para la sociedad.

Sin embargo, en Colombia, se han negociado las penas y se han trastocado los valores. Van a la cárcel quienes atentan contra la propiedad privada y se eximen de ella quienes se embolsillan el peculio público; van a la cárcel los ladrones y se quedan por fuera los homicidas; cosecha aplausos quién propone cadena perpetua y se funde políticamente quién ablanda las penas.

La cárcel no ha sido remedio contra el crimen, es un fracaso como medio rehabilitador o como instrumento disuasivo. Los funcionarios de Agro Ingreso Seguro que van como sindicados de delitos contra la administración pública, conductas graves con alto daño para la sociedad, no deberían ir a la cárcel mientras los investigan, aunque se la merezcan, por ser innecesaria; los que deben ir a la cárcel por necesidad son los determinadores de la corrupción que se investiga; esos son los que están preparando toda la fusilería para debilitar a la justicia, para inhabilitarla, para enervarla, para cansarla, para desprestigiarla, para conseguir, finalmente la dispensa de la libertad. 

Medellín, 15 de abril de 2011

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