martes, julio 22, 2008

Segunda Opinión

¿El poder para qué? Para trancar la justicia

Por
Claudia López


La habilidad del Presidente para maquillar en palabras el alcance de
sus hechos impresiona. Si uno se guiara por lo que el Presidente dice
y no por lo que hace, pensaría que los principales proyectos que
propondrá en esta legislatura serán económicos, porque a ese tema
dedicó la mayor parte de su discurso de instalación del Congreso. Pero
no, el principal será la reforma de la justicia y la electoral, que
apenas mencionó.

Dijo el Presidente que "la reforma debe evitar la politización de la
justicia y la judicialización de la política". Sería bueno que el
Presidente precisara a qué se refiere. Sería bueno que nos explicara
por qué cree que se debe evitar la judicialización de la política,
cuando la evidencia indica que la política está criminalizada. Si no
es judicializando la criminalidad en la política, ¿cómo cree el
Presidente que vamos a volver a una política más pura, que dé más
confianza? Una buena manera de no haber dejado sola a la justicia en
esa tarea habría sido que el Presidente no hubiera admitido a tantos
representantes de narcotraficantes y criminales en las listas de los
partidos que lo apoyan ni en su coalición en el Congreso ni en puestos
en su gobierno. Nada de eso hizo. Por el contrario, les ofreció su
capital político para que lo usaran a sus anchas.

Por solicitud del Presidente, este Congreso, el más mafiosamente
cooptado y deslegitimado de nuestra historia, reformará y decidirá la
elección de los magistrados de las Altas Cortes, del Fiscal y el
Procurador. El mismo Presidente que hace apenas un mes hundió la
reforma política y la 'silla vacía', que hubieran quitado a la mafia
la representación política que consiguió por las armas, ahora vuelve
al mismo Congreso cooptado por esas mafias a pedirle que reforme la
justicia. Porque a los ojos del presidente Uribe el problema es la
justicia y no la 'parapolítica', el actual es un Congreso ejemplar y
los 'parapolíticos' unos próceres sacrificados injustamente por una
justicia que no entiende que eran apenas un mal patriótico menor para
lograr el bien mayor de acabar con el terrorismo. Esa incomprensión
les costará caro y los congresistas están prestos a colaborar en la
faena.

Un presidente que tuviera mínimo respeto por la justicia no le
propondría al Congreso más cooptado por mafias políticas emergentes,
de las armadas y narcotraficantes, que reforme la elección y accionar
de los jueces en Colombia. Para el presidente Uribe, que tiene toda
solidaridad con esas clases emergentes, hacer esa solicitud de reforma
de la justicia no sólo es posible sino indispensable. La justicia ha
sido el principal estorbo para la consolidación y legitimación de esa
clase emergente. Ellos, que tienen vocación de poder y llegaron para
gobernar, no van a dejar que la justicia les siga aguando la fiesta.
También harán algunas reformas electorales para atar otros cabos
sueltos que trancan su toma del poder, como castigar a los disidentes,
sacarle más recursos al Estado para las campañas y monopolizar en los
actuales partidos el poder político.

Sin maquillaje, la solicitud del Presidente al Congreso podría leerse,
entre líneas, así: "Invitamos al Congreso a sacar adelante la mejor
reforma (la que mejor consolide el poder adquirido y limite el estorbo
de la justicia), que se aplique plenamente para el debate electoral
del 2010 (o sea, que deje intacta la toma mafiosa del poder en el 2002
y el 2006). Que para estudiarla no haya diferencias entre principales
y suplentes de este período (es decir, que los 'parapolíticos' y sus
reemplazos puedan votar en igualdad de condiciones), sino convergencia
alrededor del propósito de tener un Congreso de opinión, respetado por
cada ciudadano."
En una frase, (Congreso, pase la cuenta de cobro a esa justicia
abusiva, que lo que tengo es popularidad de sobra para pagarla).
* * * *
Por vacaciones de la autora, esta columna dejará de aparecer las dos
próximas semanas. Volverá el martes 11 de agosto.



No hay comentarios.: